domingo, 9 de agosto de 2015

Leyenda Balneario de La Toja

Este verano visitamos, entre otros lugares, la Isla de La Toja, a la que se accede mediante un puente desde O'Grove.




La capilla es privada y la abren cuando los dueños quieren, según nos explicó una mujer que estaba dentro recibiendo a los visitantes. Para casarse allí, había que pagar 300 euros por su alquiler. Si celebrabas el convite en el Gran Hotel, te ponían una alfombra desde allí hasta el altar, ya que los dueños de este hotel eran también los de la capilla.


 Leímos en un cartel la leyenda del famoso Balneario de La Toja y aquí, un poco más abajo, lo he transcrito para curiosidad de vosotros.

La leyenda del balneario

¡Acercaos, buenas gentes, las palabras de este peregrino a escuchar!
Si Dios guarda vuestros corazones, durante años las podréis disfrutar.

Vengo de Roncesvalles, por el camino Xacobeo andando,
e increíbles historias quiero a vuesas mercedes contar.
Hazañas y leyendas por aldeas y pueblos voy cantando.
Maravillas desconocidas que nadie se puede explicar.

En el año del Señor de 1837 aconteció un hecho extraordinario
que ha pasado de padres a hijos,
hasta llegar a mis oídos.

Escuchad con atención la historia de un borrico,
pues para saber a dónde vamos
hay que saber de dónde venimos.

¡Galicia!, tierra de penumbra,
vio nacer en su seno
un cura de muchas luces.
Era hombre culto y resabido,
por la mano de Dios tocado.

Mas quiso la fortuna 
ponerlo en un apuro.

Estaba el pobre cura
en la Ría de Arosa perdido.
En una isla desierta,
donde la muerte acecha.
Tierra pobre y árida
donde sólo había unos pocos pinos.
Iba el capellán en un burrito,
para tan gran hombre poca montura,
aunque sabia y llena de cordura.

El pobre animal, de tiñas y mataduras,
tenía cubierta su piel dura.
Tal era su lamentable estado
que el cura decidió abandonarlo.
Mas, al ser hombre de iglesia, no quiso matarlo.

Así fue como el cura con ojos lagrimosos
abandonó el burro entre rastrojos.

Pasados unos meses el capellán volvió a la isla
para dar al burro cristiana sepultura.
¡Cuál fue su sorpresa al ver que corría
y que todas sus heridas tenían cura!

Arrodillado dio a Dios gracias
por la milagrosa curación.
Mas cuando estaba por la sexta oración
vio al burro en un charco revolcado.
Al principio creyó que era pecado.
Acercóse a exorcizar el animal
y vio que no era Belcebú,
ni falso, ni tabú,
sino una ciénaga salutífera
la que sanó a la criatura.

¡Los caminos del Señor son inescrutables!
Aquella tierra triste y desolada
se convirtió por hechos inexplicables
en alegre y fecunda.

Aquí acaba la narración de esta hoja,
la de una isla que hizo historia
al estar tocada por la gloria
conocida por todos por el manantial de La Toja.




2 comentarios:

  1. Conozco este precioso lugar, muy acogedor. Me encantaron las fotografías.

    Besos.

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  2. Estuve hace varios años, pero no sabía lo del hotel y la capilla, el negocio es el negocio.
    Un abrazo.

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¡Muchas gracias por haberte tomado la molestia de comentar mi entrada! ¡Me hace mucha ilusión! ¡Espero que hasta pronto! ¡Un beso!