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jueves, 10 de julio de 2014

Lagos, en el Algarve de Portugal


   El pasado fin de semana fui con mi marido y mi hijo a visitar Lagos, en el sur de Portugal.
   Reservamos un estupendo hotel en cuanto a la relación calidad-precio con desayuno incluído por 2 noches para los 3 y todo sólo por 75 euros en total. Su ubicación era perfecta porque podías pasear y llega a pie tanto al casco histórico como a sus impresionantes playas. Se llama "Montemar", por si alguno de vosotros os decidís a pasar unos días por allí. Yo os lo recomiendo.
    Tengo que decir que yo conocí este lugar hace bastante tiempo pero que, a pesar de todo, supuso un enorme y gratificante shock de nuevo para mí cuando pude nuevamente disfrutar de las vistas tan impresionantes formadas por las distintas formaciones rocosas que iban dibujándose a lo largo de la costa. Los paisajes eran incomparables. Parecía algo mágico, absolutamente majestuoso.
   Nosotros lo hicimos y es una de las cosas más recomendables de hacer cuando visitas Lagos, alquilar una pequeña barquita, si es posible desde la famosa "Punta de la Piedad" para ver los recónditos y escondidos lugares y grutas que sería imposible conocer de otra forma.
   Además, el agua era totalmente cristalina. Podías ver el fondo del mar perfectamente, incluso las piedras y los peces. Había gente que aprovechaban para bucear.
   Es un lugar tan bello que siento que un trocito de mi alma se ha quedado secretamente escondido en alguna de aquellas cuevas.
 


   El centro de la ciudad era similar al de Sevilla, mi tierra, con calles comerciales algo concurridas; sin embargo, tengo que decir que el pescado que se vendía en el Mercado Público brillaba de lo fresco que estaba, tanto es así que saqué varias fotos de ellos y no sólo yo, sino otros viajeros que fueron a curiosear también por allí.
    En la última planta del Mercado había un mirador desde el que tomé las últimas fotos de mi reportaje.
   Tengo que volver algún día. Me ha quedado marcada su huella en un trocito de mi alma.